Siempre lo hemos escuchado o leído en alguna parte “Comer rápido nos hace engordar”, pero no sabíamos exactamente el motivo de esto. Afortunadamente cada vez surgen más estudios y en esta ocasión se han dedicado a observar cómo afecta a nuestro peso el hecho de comer más lento o más rápido, pero sin seguir una dieta.
El estudio comenzaba basándose en una teoría, aquella que seguro has escuchado alguna vez: Cuando comemos despacio al estómago le da tiempo a darse cuenta de que está recibiendo alimento, suelen ser alrededor de 15-20 minutos, y a partir de ese momento comenzamos a tener sensación de saciedad, por tanto, comeremos solo lo que necesitamos, no en exceso como nos ocurriría si comiésemos rápido.
En la investigación participaron 30 mujeres, que en dos ocasiones tomaron un plato de pasta sin límite, es decir, podían comer tanto como quisieran. En la ocasión en la que comieron rápido llegaron a consumir 646 calorías en 9 minutos, pero en la segunda oportunidad tenían que hacer una pausa entre bocado y bocado, consumiendo así 579 calorías en 29 minutos.
La ventaja de comer despacio no queda solo en el menor consumo de calorías, sino que también las participantes bebieron más cantidad de agua y confesaron tener una agradable sensación de saciedad, habían disfrutado de la comida.